Mujeres que
buceaban en las gélidas aguas cercanas a la Antártica, un pueblo que resistió
300 años antes de ser vencido y el ingenio de los Mapuches que puso en jaque a
los españoles, son parte del atractivo cultural que ofrece el Museo Fonck,
dedicado a la arqueología de Chile y que también incluye una zona de historia
natural.
La diversidad
cultural de Chile abarca desde pueblos hoy extintos tras la conquista española
como los Selk’Nam de la Tierra de Fuego hasta los conocidos Mapuches quienes
aún hoy en día luchan contra la cotidiana conquista de gobiernos y empresas.
El inmueble, que
recibe su nombre del Dr. Franz Adolf Fonck Foveaux reconocido naturalista que
trabajó en Chile en el siglo XIX, no es de gran tamaño, más bien acogedor y con
el espacio justo para no avasallar al espectador con toneladas de información.
Los cazadores
australes ocupan la primera sala. Destacan los relatos sobre cómo los Kaweshkar
y los Yaganes vivían gran parte del tiempo en sus canoas a las que incluso
agregaban una fogata en el centro. Sus mujeres eran buceadoras expertas que
nadaban en las gélidas aguas muy cercanas a la Antártica para pescar. Las
mujeres de estas etnias también jugaban un rol importante en el transporte ya
que mientras navegaban, ellas eran las encargadas de remar mientras los hombres
arponeaban peces.
A diferencia
de los pescadores, los cazadores terrestres como los Selk’Nam utilizaban las
pieles del guanaco, un mamífero parecido a la llama, para cubrirse del frío. Lo
sorprendente es que parece que los pescadores australes no utilizaban algo para
abrigarse.
Pueblos como
los Selk´Nam y los Kaweshkar serían exterminados por la conquista europea. Los
Selk’Nam fueron capturados y enviados a estancias de la Sociedad Explotadora de
la Tierra del Fuego mientras que los Kaweshkar fueron retenidos en la isla de
Wellington por los salesianos. Ahí, muchos de ellos murieron de enfermedades
para las que no tenían defensa como pasó en México a los mexicas con la
viruela.
La siguiente
sala rectangular con piso de madera ofrece dentro de sus numerosas vitrinas
instrumentos utilizados por los mapuches, anteriormente llamados Reche. El
original nombre de los mapuches, Reche, se modificó durante la guerra de
Arauco. En ella los Reche se vieron obligados a organizarse políticamente para
discutir con sus enemigos lo que derivó en la creación de un gobierno antes
inexistente entre ellos.
Sobre los
mapuches se cuentan cosas interesantes en el museo pero sin duda sobresale la
forma en que su ingenio lograba vencer una y otra vez a los españoles quienes
se demoraron 300 años en cruzar el río Bio Bio.
Se habla de
que por ejemplo los conquistadores se vieron obligados a prohibir los juegos de
chueca, deporte popular entre los mapuches que por cierto también jugaban las
mujeres, ya que al término de los partidos los mapuches se reunían en el campo
fingiendo platicar pero planificando estrategias para acabar con los españoles.
También la
venta de ponchos fue prohibida por los invasores. Las mujeres mapuche, diestras
en la elaboración de los makuñ, comenzaron a hacerse ricas gracias a que los
criollos compraban sus productos regularmente. Ese dinero salía de manos españolas
y terminaba en manos de rebeldes mapuche. Para evitar que los mapuches
siguieran obteniendo recursos con la venta de makuñ o ponchos, los españoles
prohibieron su comercialización.
Uno se puede
imaginar que no hay nada como viajar a la propia Isla de Pascua para conocer el
mundo de los Rapa Nui completamente distinto al nuestro pero el museo Fonck es
una gran opción para introducirse a esta exótica cultura y su culto al hombre
pájaro o Tangata Manu o la elaboración de los famosos Moai, las enormes figuras
de piedra características de la isla chilena.
El segundo
piso del museo alberga la colección de historia natural y una exposición temporal
de un conjunto de juguetes antiguos. Insectos fijados con alfileres y expuestos
en un pequeño cuadro de vidrio reciben al visitante. Mariposas de todos
tamaños, del mundo y de Chile le dan la bienvenida al espectador con las “alas
abiertas”, lo que no es opcional para ellas pues en esa postura fueron
inmortalizadas por medio de alfileres.
El único
insecto vivo es una araña de rincón, típico habitante de Chile y sobre la que
advierten a los viajeros en numerosas ocasiones. La información sobre la araña
se complementa con una serie de fotografías que muestran la evolución de la
mordedura del arácnido, la cual por fortuna no es mortal, simplemente puede
provocar que se gangrene el lugar del cuerpo en donde la araña inoculó su
veneno, pero no pasa de eso. Afortunadamente las fotografías son en blanco y
negro pero no dejan de ser lo suficientemente gráficas para atrapar la impávida
mirada de un joven blanco que seguramente es extranjero y ya fue advertido
sobre el animal, a juzgar por su expresión de incredulidad al leer “ 5) se
gangrena la piel circundante a la mordedura de la araña, 6)…”
La exposición
se complementa con una sala del mar y otra de mamíferos que seguramente no
encontraron al taxidermista de buenas. Las expresiones de animales como el puma
o el zorro chilla evidencian todo excepto naturalidad a menos que se tratara de
especímenes capturados en pleno consumo de narcóticos.
Y así es como
por un módico precio de dos mil pesos chilenos se puede disfrutar de la vasta
diversidad cultural de Chile y se puede aliviar el horror de conocer a la araña
de rincón con una sesión de carcajadas en la sala de los mamíferos de las
pupilas dilatadas.
@a_ilizaliturri
No hay comentarios:
Publicar un comentario