domingo, 4 de agosto de 2013

Museo Fonck en Viña del Mar: la diversidad cultural de Chile y un taxidermista de malas




Mujeres que buceaban en las gélidas aguas cercanas a la Antártica, un pueblo que resistió 300 años antes de ser vencido y el ingenio de los Mapuches que puso en jaque a los españoles, son parte del atractivo cultural que ofrece el Museo Fonck, dedicado a la arqueología de Chile y que también incluye una zona de historia natural.

La diversidad cultural de Chile abarca desde pueblos hoy extintos tras la conquista española como los Selk’Nam de la Tierra de Fuego hasta los conocidos Mapuches quienes aún hoy en día luchan contra la cotidiana conquista de gobiernos y empresas.

El inmueble, que recibe su nombre del Dr. Franz Adolf Fonck Foveaux reconocido naturalista que trabajó en Chile en el siglo XIX, no es de gran tamaño, más bien acogedor y con el espacio justo para no avasallar al espectador con toneladas de información.

Los cazadores australes ocupan la primera sala. Destacan los relatos sobre cómo los Kaweshkar y los Yaganes vivían gran parte del tiempo en sus canoas a las que incluso agregaban una fogata en el centro. Sus mujeres eran buceadoras expertas que nadaban en las gélidas aguas muy cercanas a la Antártica para pescar. Las mujeres de estas etnias también jugaban un rol importante en el transporte ya que mientras navegaban, ellas eran las encargadas de remar mientras los hombres arponeaban peces.

A diferencia de los pescadores, los cazadores terrestres como los Selk’Nam utilizaban las pieles del guanaco, un mamífero parecido a la llama, para cubrirse del frío. Lo sorprendente es que parece que los pescadores australes no utilizaban algo para abrigarse.

Pueblos como los Selk´Nam y los Kaweshkar serían exterminados por la conquista europea. Los Selk’Nam fueron capturados y enviados a estancias de la Sociedad Explotadora de la Tierra del Fuego mientras que los Kaweshkar fueron retenidos en la isla de Wellington por los salesianos. Ahí, muchos de ellos murieron de enfermedades para las que no tenían defensa como pasó en México a los mexicas con la viruela.

La siguiente sala rectangular con piso de madera ofrece dentro de sus numerosas vitrinas instrumentos utilizados por los mapuches, anteriormente llamados Reche. El original nombre de los mapuches, Reche, se modificó durante la guerra de Arauco. En ella los Reche se vieron obligados a organizarse políticamente para discutir con sus enemigos lo que derivó en la creación de un gobierno antes inexistente entre ellos.

Sobre los mapuches se cuentan cosas interesantes en el museo pero sin duda sobresale la forma en que su ingenio lograba vencer una y otra vez a los españoles quienes se demoraron 300 años en cruzar el río Bio Bio.

Se habla de que por ejemplo los conquistadores se vieron obligados a prohibir los juegos de chueca, deporte popular entre los mapuches que por cierto también jugaban las mujeres, ya que al término de los partidos los mapuches se reunían en el campo fingiendo platicar pero planificando estrategias para acabar con los españoles.

También la venta de ponchos fue prohibida por los invasores. Las mujeres mapuche, diestras en la elaboración de los makuñ, comenzaron a hacerse ricas gracias a que los criollos compraban sus productos regularmente. Ese dinero salía de manos españolas y terminaba en manos de rebeldes mapuche. Para evitar que los mapuches siguieran obteniendo recursos con la venta de makuñ o ponchos, los españoles prohibieron su comercialización.

Uno se puede imaginar que no hay nada como viajar a la propia Isla de Pascua para conocer el mundo de los Rapa Nui completamente distinto al nuestro pero el museo Fonck es una gran opción para introducirse a esta exótica cultura y su culto al hombre pájaro o Tangata Manu o la elaboración de los famosos Moai, las enormes figuras de piedra características de la isla chilena.


El segundo piso del museo alberga la colección de historia natural y una exposición temporal de un conjunto de juguetes antiguos. Insectos fijados con alfileres y expuestos en un pequeño cuadro de vidrio reciben al visitante. Mariposas de todos tamaños, del mundo y de Chile le dan la bienvenida al espectador con las “alas abiertas”, lo que no es opcional para ellas pues en esa postura fueron inmortalizadas por medio de alfileres.

El único insecto vivo es una araña de rincón, típico habitante de Chile y sobre la que advierten a los viajeros en numerosas ocasiones. La información sobre la araña se complementa con una serie de fotografías que muestran la evolución de la mordedura del arácnido, la cual por fortuna no es mortal, simplemente puede provocar que se gangrene el lugar del cuerpo en donde la araña inoculó su veneno, pero no pasa de eso. Afortunadamente las fotografías son en blanco y negro pero no dejan de ser lo suficientemente gráficas para atrapar la impávida mirada de un joven blanco que seguramente es extranjero y ya fue advertido sobre el animal, a juzgar por su expresión de incredulidad al leer “ 5) se gangrena la piel circundante a la mordedura de la araña, 6)…”

La exposición se complementa con una sala del mar y otra de mamíferos que seguramente no encontraron al taxidermista de buenas. Las expresiones de animales como el puma o el zorro chilla evidencian todo excepto naturalidad a menos que se tratara de especímenes capturados en pleno consumo de narcóticos.

Y así es como por un módico precio de dos mil pesos chilenos se puede disfrutar de la vasta diversidad cultural de Chile y se puede aliviar el horror de conocer a la araña de rincón con una sesión de carcajadas en la sala de los mamíferos de las pupilas dilatadas.
 
 
@a_ilizaliturri

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