Texto y fotografías por: Arturo Ilizaliturri
II
¿Por qué desaparecen?
Hay
varias teorías pero ninguna certeza. Y no resulta extraño. Si el estado
mexicano desconoce cuántos casos de desaparición forzada existen, si no ha
resuelto uno solo de ellos, es lógico que tampoco sepa sus causas. Por otro
lado, si el propio estado mexicano está detrás de varios casos de desaparición
forzada ya sea en la forma de policías de tránsito veracruzanos, militares en
el norte del país o agentes de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS)
en la capital, quizá no se trata de que no lo sepan, sino de que no lo quieren
decir.
Los
familiares de los desaparecidos, quienes sí se han puesto a investigar, creen
que a algunos los desaparece el crimen organizado y los utiliza como mano de
obra esclava. Otros, según Hijos por la Identidad y la Justicia contra el
Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S. México) son casos de desaparición forzada por
motivos políticos pero encubiertos. Porque en esta época de “guerra contra el
narco” cualquier cosa parece estar asociada a ello: no se habla de
desapariciones sino de “levantones” y si lo levantaron es que “en algo andaba”,
no se habla de asesinatos sino de “ajustes de cuentas” o “ejecuciones”. Incluso
a los periodistas no los matan por motivos políticos o relacionados con sus
investigaciones sino por “motivos personales”.
“Lo
que nosotros hemos mantenido es que si no se castigan los crímenes y las
desapariciones del pasado le están dando carta abierta a las autoridades de hoy
en día para seguir desapareciendo.” Pablo, integrante de H.I.J.O.S. México
“Mientras
el estado esté fundado en gente que hizo de ésto una manera de gobernar no hay
perspectiva de que cambie.” Juan Carlos Mendoza, hijo de Juan Carlos Mendoza
Galós, desaparecido en diciembre de 1981 en el Distrito Federal.
“Venía
del trabajo, lo agarraron entremedio de un poblado, Ameluca, cerca de Ignacio
Zaragoza, en Puebla. Se hizo la denuncia y nunca hicieron nada. Él defendía a
unas personas que estaban peleando unas tierras para darle a sus hijos algo
mejor. Yo estoy segura que fue Jesús Cabrera, los tres Cabrera y sus matones.
Son unos caciques que se apoderaron de las tierras.” María Rodríguez, esposa de
Tomás Pérez Francisco, desaparecido en Puebla el 1 de mayo de 1990.
“Es
la incertidumbre que tenemos los papás, que harán con ellos, dónde los tendrán,
estarán vivos, estarán muertos. No sabemos, si los ponen a trabajar… no
sabemos.”
“Mira,
es horrible decirlo, pero desde la lucha de nuestras abuelas, uno de los
argumentos para exigir la aparición (de sus hijos) era una especie de lección
moral, si ahora nos lo hicieron a
nosotros, tarde o temprano se lo van a hacer a todo el mundo. Si bien era
un argumento que sonaba muy volado hace 30 años porque se decía bueno, secuestran a los líderes políticos, a
los que están haciendo algo, pero tarde o temprano no va a haber distinción.
Insisto, era un argumento político que uno decía esperando que no sucediera y
cuando empezó a suceder, a repetirse los
mismos mecanismos, empezamos a reconocer las mismas formas pero en otro
contexto. Por desgracia y amargamente tuvimos que decir, pues si, se lo advertimos
a esta sociedad.”
Juan
Carlos Mendoza, hijo de Juan Carlos Mendoza Galós, desaparecido en diciembre de
1981 en el Distrito Federal.
“Queremos
que se haga la búsqueda inmediata en vida, nosotros no queremos restos, no
queremos una búsqueda de cuerpos queremos una búsqueda en vida porque si
aparece uno aparecen todos.”
Beatriz
Elena Flores Santoyo, madre de José Antonio Ángeles Flores, desaparecido el 23
de enero de 2012 en Piedras Negras, Coahuila.
“Lo
que nosotros queremos aportar es saber reconocer que esto ya pasaba en México,
que el estado nunca ha respondido bien ante esta situación, que nunca se ha
detenido y lo sigue haciendo hoy. La solución empieza con presentar a los
desaparecidos y después presentar a los responsables, entender qué es lo que
pasó y castigarlos. Si eso no se da, no puede haber reparación (del daño)."
Pablo,
integrante de H.I.J.O.S. México.
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