viernes, 13 de septiembre de 2013

Recuerdan a detenidos-desaparecidos y ejecutados políticos de la dictadura a 40 años del golpe.





Santiago de Chile, 12 de septiembre.- “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.” Salvador Allende pronuncia sus últimas palabras estoico, con el traje y la banda presidencial llenos de polvo, sentado sobre una silla en el patio central del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en el centro de Santiago de Chile.

Unas mil personas observan en silencio y con atención el emblemático discurso final de Allende, aquel que pronunciara desde La Moneda momentos antes del bombardeo. “Sepan ustedes que mucho más temprano que tarde de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores.”
Y entre aplausos de los asistentes, el hombre caracterizado como Salvador Allende se levanta y sale del escenario para dar paso a un grupo de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, con un pañuelo blanco en la mano que ocuparán algunas de las sillas vacías dispuestas al centro de la explanada del museo invitando al público a sentarse junto a ellos para contarles algunas historias sobre detenidos desaparecidos.
Historias como la de Luis Emilio Recabarren González, desaparecido desde abril de 1976 por ser militante del Partido Comunista. Un joven que “sólo terminó sus estudios superiores cuando asume Salvador Allende y crea los cursos especiales para que los trabajadores concluyeran sus estudios” según cuenta su madre a través del texto que escribió para la ocasión.
La madre de Luis Emilio cuenta mediante las voces de quienes leen su historia en el Museo de la Memoria que cuando su hijo iba a casarse con Nalvia, su prometida, “el problema eran los alimentos ya que los reaccionarios los escondían con el objeto de desprestigiar a Salvador Allende”. Sin embargo Luis Emilio tranquilizó a su madre diciendo que bastaba “una olla de porotos (frijoles) porque la idea es que todos mis amigos y familiares estén junto a mí y a Nalvia y sean cómplices de mi felicidad”.
“La puesta en escena tiene como objetivo conmemorar a los detenidos desaparecidos a través de testimonios recopilados por sus hijos y nietos. Tiene como objetivo un poco tratar de sanar y limpiar y responder la pregunta de dónde están” dice una de las mujeres que se sumó a esta iniciativa del museo.
 
 
 
 
 
Los cuadros
A espaldas del performance, en un extremo de la explanada central del museo se hallan vario cuadros, la mayor parte trazos infantiles y llenos de color. Son cuadros pintados por nietos de detenidos desaparecidos que muestran a sus abuelos de una forma completamente opuesta a la visión que el régimen dictatorial impuso sobre ellos.
Alfredo Ernesto Salinas Vázquez, para la dictadura un peligroso y subversivo miembro del Partido Comunista desaparecido desde el tres de noviembre de 1975, fue dibujado por Amaranta Oñate de seis años vestido de azul, con zapatos morados y agujetas verdes sobre un fondo de corazones.
Carlos Enrique Godoy Lagarrigue, miembro de las Juventudes Comunistas desde los 14 años, estudiante de medicina en la Universidad de Chile, un hombre “valiente aunque un poco osado, un poco loco y entregado para todos menos para él” según escribió su hija, Claudia Godoy, para la actividad del museo, fue detenido el 3 de agosto de 1976.

Sus nietos no lo conocieron pero lo pintaron como si lo hubieran hecho. Ignacio Enrique San Martín Godoy, de 15 años lo dibujó con su piel morena, su barba tupida y su mirada perdida en el horizonte, tal y como aparece en una de sus últimas fotografías. “Ni perdón ni olvido” es la frase que enmarca el cuadro.
Así es como el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos trata de ayudar a sanar la herida que representa para un buen número de chilenos la dictadura militar de Augusto Pinochet. Una herida de la que a penas a 40 años del golpe comienza a hablarse con más franqueza y que sin embargo sigue abierta.

Ana, madre de Manuel Recabarren desaparecido el 29 de abril de 1976 lo resume así en el escrito que preparó para ser leído en la actividad del museo: “Estos nietos míos nunca han podido ser felices, el dolor de ausencia ha permanecido en ellos, malditos criminales”.
 

 @a_ilizaliturri
 
 

 

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