(Opinión)
Encapuchados que destrozan
vidrios, sicarios que disuelven a sus víctimas en ácido, niños que ahorcan a
sus compañeras y suben el video a Youtube. Al parecer son asuntos totalmente
distintos que no guardan alguna relación pero que podrían tener un hilo conductor:
la enfermiza tolerancia a la violencia que ha estado presente en México desde
hace siglos pero que creció de manera exponencial desde que Felipe Calderón
declaró la guerra al narcotráfico en 2006.
Desde el primero de
diciembre de 2012 cada manifestación o movilización social protagonizada por
jóvenes y estudiantes se ha visto empañada por la actuación violenta de grupos
minoritarios. El disfraz es el mismo: capucha o pasamontañas obligado, si se
porta vestimenta negra mejor y el instrumento más adecuado es una cadena o
incluso un lanzallamas casero improvisado con desodorante en aerosol y un
encendedor. Anteriormente estos grupos sólo se veían en las manifestaciones del
dos de octubre pero desde 2012 se hicieron presentes en el conflicto de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México (UACM), en las movilizaciones de los
estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), el primero de
diciembre y más recientemente el 10 de junio.
Se autodenominan anarquistas
aunque se ha probado que en casos como el del 1DMX buena parte de ellos
estuvieron en contacto con la Policía Federal antes de la movilización y
algunos más confesaron haber recibido 300 pesos a cambio de destrozar
escaparates de la ciudad. Sin embargo, no todos son infiltrados. Existe una
buena parte de jóvenes que asumen la violencia como un medio legítimo y no sólo
eso sino que están convencidos de que es la única manera en que las autoridades
son capaces de escucharlos.
Mi visita a la explanada de
Rectoría en Ciudad Universitaria durante la toma del vestíbulo del edificio por
parte de estudiantes del CCH me mostró varias cosas. Que definitivamente son
minoría. Aunque en la explanada había un buen número de personas encapuchadas
se trataba sólo de estudiantes que hicieron acto de presencia en solidaridad
con quienes tomaron el acceso a Rectoría. Los jóvenes solidarios entrevistados
coincidían en que no aprobaban la forma en que se llevó a cabo la toma pero los
encapuchados, que negaron ser entrevistados, al ser cuestionados sobre los daños
a las instalaciones y a las labores de los trabajadores expresaron con
convicción “en toda revolución hay afectaciones”.
Así es como se expresa la
tolerancia a la violencia dentro del movimiento estudiantil. La tolerancia a la
violencia, que no deja de crecer, se expresa de distintas formas en todos los
sectores. En los sectores conservadores se expresa con la petición de la pena
de muerte, en algunas colonias como la Independencia de Monterrey o municipios
como Santiago Cuautlalpan, Estado de México en linchamientos. Dentro de las
comunidades rurales en forma de autodefensas y en el movimiento social a manera
de grupos de encapuchados u organizaciones como el Resistencia Internacional
del Pueblo que recientemente hizo estallar dos explosivos, uno de ellos en
pleno metro Bellas Artes.
Incluso en el crimen
organizado se puede ver esta escalada de violencia. “Algo le pasó al país que
la muerte dejó de ser singular para convertirse en cotidiana y para que los
difuntos fueran despojados de su dignidad” dice Roberto Zamarripa en su prólogo
a Fuego Cruzado de Marcela Turati. Antes fenómenos como El Pozolero, o el de
los 72 migrantes de San Fernando eran impensables, hoy son cotidianos. Blog del
Narco, el espacio pseudo periodístico que funciona como red social de los
sicarios es una espeluznante muestra de cómo se ha incrementado la saña de los
grupos delincuenciales. Un grupo sube al blog el video de cómo degüellan a una
mujer y en respuesta sus contrarios suben a la red el video de cómo le cortan
la cabeza a un niño que trabajaba para los contrarios.
Quizá lo más terrorífico es
ver cómo la tolerancia a la violencia se observa en los niños. Sin Embargo,
diario digital, publica el día de hoy una nota sobre un video subido a Youtube
en donde alumnos de la primaria José María Morelos y Pavón de Hermosillo,
Sonora, son espectadores de una pelea entre el Chana y Joana. El motivo: el
acento jalisciense de la niña despertó las burlas de sus compañeros y todo
terminó en una golpiza de parte de el Chana que fue grabada como si se tratase
de una pelea de box. Durante los siete minutos que dura la pelea ningún niño o
niña fue para intervenir a favor de su compañera que era golpeada, todo lo
contrario, los niños y las niñas gritaban, apoyaban, incitaban a que la pelea
subiera de tono. “Tú eres hombre Chana, pégale” es la consigna que se escucha
repetidamente durante el video. El punto culminante se da cuando después de
recibir algunos golpes el Chana sale a mojarse la cara, es coacheado por un
amigo suyo que le exige “regresa y dale un cachetadón”. Pero el Chana no
regresó a darle un cachetadón a Joana, regresó para tomarla del cuello y
ahorcarla hasta que la hizo perder el conocimiento y la soltó.
Y si creen que fue entonces
cuando los demás niños se asustaron y
pidieron ayuda o trataron de proteger a su compañera se equivocan. Los alaridos
dignos de una pelea profesional no se apagaron, las risas terminaron sólo
cuando Joana trató de incorporarse y recuperó el conocimiento. Las últimas
declaraciones del Chana: “¿Cómo estuvo la pelea Chana? -Increíble- ”. Del maestro o la maestra del
grupo nada se supo durante los siete minutos del video.
Cuando uno ve imágenes así
los feminicidios, las ejecuciones o las masacres cobran algo de lógica. Lo que
parece no tener explicación es que un grupo de niños de primaria vea no sólo
como algo normal sino como algo deseable, la pelea a golpes de un niño y una
niña de su salón. Aunque si se hace el ejercicio al revés todo puede tener
lógica de nuevo. Si los niños se levantan con el ejecutómetro en cinco y se
acuestan oyendo que la cifra se elevó a diez, si tienen los videos de las
decapitaciones del narco a un click de distancia, si crecen en un país en el
que el Estado no hace nada para frenar la violencia y cuando lo hace lo hace a
punta de balazos uno puede empezar a encontrarle la lógica al acto de bullying
desmedido.
*Aquí la referida nota de Sin Embargo http://www.sinembargo.mx/15-06-2013/656598
@a_ilizaliturri
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