miércoles, 26 de junio de 2013

Las lecciones del Profe Patishtán



(Crónica)

Alberto Patishtán es un profesor tsotsil de la comunidad chiapaneca de El Bosque y es preso político desde hace 13 años. Está en la cárcel por organizar a su comunidad en contra de los abusos del presidente municipal pero se le imputan cargos falsos como haber participado en una emboscada en un lugar en el que no estuvo no sólo según su palabra sino la de muchos testigos.
 
Pero fiel a su oficio de maestro aun desde la cárcel sigue dando lecciones y el pasado miércoles 19, en el aniversario de su encarcelamiento, le bastaron un teléfono y unas bocinas para dar clases a los asistentes al evento “Por la Libertad de Alberto Patishtán” en la explanada de Bellas Artes, Distrito Federal.

Dio lección de física. Enseñó que la presencia poco tiene que ver con el cuerpo pues por medio de su voz se hizo presente en la capital del país, traspasando los barrotes de la cárcel y los kilómetros que separan al CERESO de San Cristóbal de las Casas, Chiapas de la capital del país

La trillada frase de “encarcelan a los hombres pero no a sus ideas” cobró sentido como pocas veces. Alberto Patishtán demostró que la prisión puede aislar físicamente a cualquiera pero que la palabra atraviesa celdas y fronteras.

Héctor Patishtán escucha el mensaje de su papá desde la cárcel.
Dio lección de ética. “Qué bonito cuando no se hacen las cosas como una obligación. Si lo hacemos con amor y como un deber lo que hagamos será grande por pequeño que parezca. Si no hay amor no funcionan las cosas por grandes que sean”. Para Patishtán está claro: hacer algo por obligación es ir contra nuestra voluntad. Hacer algo como un deber es hacerlo voluntariamente pero asumiendo toda la responsabilidad que implica.

Dio lección de resistencia. “A veces ya no hay ganas de luchar pero es cuando más tenemos que estar firmes y unirnos todos para estar luchando en este sistema que nos ha tocado. Nosotros hemos venido y hemos nacido para vencer y para triunfar”.

Y no sólo los asistentes al evento aprendieron de sus lecciones. Hubo también palabras para los magistrados que decidirán sobre su futuro a más tardar en agosto. “Le pido a los jueces del primer tribunal colegiado que vean este asunto y que realmente lo estudien con una mirada desde el corazón, porque si sólo lo van a hacer para distraerse pues las cosas van a salir como ya sabemos. Si se logra que se haga justicia como todos pensamos es porque lo hicieron desde el punto de vista del corazón del hombre”.

Menos de diez minutos bastaron al profesor Patishtán para que instruyera vía telefónica a quienes de pie y bajo el sol intenso de la ciudad de México lo escucharon atentamente. Quizá por eso es que las autoridades federales lo mantienen en la cárcel desde el año 2000. Si desde la prisión se ha organizado junto con sus compañeros para exigir un trato digno en los penales de Chiapas quién sabe de qué sería capaz libre. Tal vez seguiría defendiendo a su pueblo natal, El Bosque cuyo mayor problema según Héctor Patishtán es la falta de médicos y centros de salud.

“El tamaño de la pena es del tamaño del miedo que nos tienen” recordó Trinidad Ramírez del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que dijo Ignacio del Valle cuando fue condenado a 112 años de prisión. Y ese es el tamaño del miedo que le tienen a Alberto Patishtán. Un miedo que provocó que le fabricaran delitos como portación de armas exclusivas del ejército y homicidio, los cuales ya se ha probado que no cometió y de los que se le acusó en un proceso viciado según César Rivero, su abogado.

Un miedo que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que votó en contra de volver a atraer el caso diciendo que no era relevante, trascendente ni de interés público. El mismo miedo que motivó a las autoridades a trasladar a Patishtán del CERESO número cinco en Chiapas a un penal federal en Guasave, Sinaloa después de haber organizado junto con otros compañeros presos una huelga de hambre.

El miedo que le tienen a Patishtán ha llevado incluso a que parientes de la familia de Alberto sean objeto de amenazas de muerte. Héctor Patishtán, el hijo del profesor, señaló en entrevista que Martín Rosas ha recibido amenazas de muerte “desde hace como tres semanas” en la comunidad de El Bosque, Chiapas.

Sin embargo, el miedo no detendrá a Alberto Patishtán. No lo han detenido trece años de cárcel, no lo han detenido las torturas y los malos tratos en la prisión, tampoco la enfermedad.


“Tengan mucho ánimo compañeros, tengan mucha fuerza, motivos para luchar. Sigan firmes en esta fe que es una lucha que hacemos todos, no se desmayen, tenemos muchas cosas por hacer y por aprender”, fueron las últimas palabras de Alberto Patishtán antes de colgar el teléfono y dirigirse tal vez a su celda de la que, si el Poder Judicial de la Federación así lo decide, saldrá a más tardar en el mes de agosto.


Pablo González Casanova y Julieta Egurrola
se sumaron al evento.





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