(Entrevista)
Él no se llama Juan*, tiene
16 años y trabaja desde los 15 en la Central de Abasto de la ciudad de México
(CEDA). Vino desde Santiago Tuxtla, Veracruz siguiendo los pasos de su hermano
mayor. Cruzó los poco más de 500 kilómetros de distancia entre su municipio y
la Central de Abasto para trabajar y para buscar un futuro mejor. Caso
excepcional, llegó por su propio pie al Centro de Apoyo al Menor Trabajador
(CAMT) de la CEDA pidiendo un espacio para tomar clases.
Siempre me ha gustado estudiar dice al preguntársele las razones de su llegada al
CAMT, pero nunca había podido por
situaciones muy difíciles para mis padres. Allá en Santiago Tuxtla no estudiaba
la verdad, no podía porque no había escuelas como ésta. Vine para superarme.
Juan y su familia pertenecen
al 74.5% de la población de Santiago Tuxtla que vive en situación de pobreza
según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(CONEVAL) en su medición de 2010. Quizás incluso estén dentro del 23.9% de
personas en pobreza extrema que hay en su municipio. Por eso Juan necesitaba
una escuela como el CAMT, con horarios flexibles que le permitieran trabajar y
estudiar. Por eso dice allá no había
escuelas como ésta.
Trabajo como ayudante general en una bodega de
cebolla, hay mucho movimiento, estar moviendo cosas, cargar. La verdad es muy
pesado, ahorita trabajo medio día para poder venir a la escuela pero por lo
general trabajo todo el día desde cinco de la mañana hasta las seis de la
tarde, no tenemos hora de salida, depende del pedido. En la bodega no me dan
ningún apoyo, nada más me dan chance de salir temprano a veces para poder
venir.
¿Por qué este muchacho
prefirió cruzar 500 kilómetros, abandonar su hogar y exponerse a situaciones
como la discriminación o la inseguridad que seguir viviendo en su comunidad? En
la Central de Abasto carece de seguridad social, en Santiago Tuxtla también
pues seguramente pertenecía al 82% de personas sin acceso a ella. Como la mayor
parte de los niños trabajadores de la Central vive en condiciones deplorables,
pero en Santiago Tuxtla lo más probable es que formara parte del 41%, casi la
mitad, de pobladores sin acceso a los servicios básicos en la vivienda.
Pero existen dos
diferencias, mientras en Santiago Tuxtla, como él mismo confiesa, pertenecía al
casi 40% de la población con rezago educativo, aquí tiene la posibilidad de
estudiar. Más importante aun, mientras en aquel municipio del sur de Veracruz
su familia nutre el 77.1% de población con ingreso inferior a la línea de
bienestar, aquí, como ayudante general en bodega puede ganar de 80 a 100 pesos
diarios según la investigación de Jobsan Ramírez, antropólogo y estudioso del
tema.
Por eso prefirió enfrentar
situaciones tan complicadas como la soledad o la discriminación. La verdad es que cuando llegué pues me
sentía muy solo extrañaba a mi otro hermano que se quedó en Veracruz. Cuando
llegué, llegué sin trabajar y ahora si que lo más difícil fue buscar el trabajo
porque no en cualquier parte te aceptan. Me tardé como 15 días en encontrar
trabajo.
Hoy Juan no sabe qué quiere
estudiar ni qué quiere ser de grande. Como la mayoría de los jóvenes
trabajadores de la Central vive al día. Además es lógico que no sepa qué quiere
estudiar, a sus 16 años cursa el cuarto grado de primaria que los muchachos que
sí tienen acceso a la educación cursan a los nueve o diez años de edad. Sin
embargo, hace el esfuerzo, cada que el trabajo se lo permite de llegar puntual
a la una de la tarde al CAMT para estudiar, hacer tarea, dibujar, lo que
disfruta de manera especial, y descansar un poco. Lo hace por su propio pie,
como aquella excepcional tarde en que gracias a la recomendación de una amiga
llegó al CAMT, como él dice, para superarse.
*Por ser menor de edad se
requiere de la autorización de sus padres para poder publicar su nombre o
tomarle fotografías. José Luis Gutiérrez, director del CAMT refiere que antes
dejaban a los reporteros sacar fotos o preguntar nombres sin algún requisito
hasta que hubo algunos que compartieron el material con abogados que pretendían
hacer negocio demandando al CAMT y cediendo, claro, una porción de dinero al
“reportero”.
@a_ilizaliturri
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