Los medios de comunicación a cinco años de la tragedia de la guardería ABC
Por Omar Sánchez
“Hijos de su puta
madre” son las cinco palabras que se
dibujan en los labios de un
automovilista que ve una caravana silente caminando por Reforma. Refuerza su
oración con una mirada de desprecio, como se ve a quien estorba, a quien vale
menos, a quien desvía a un semáforo de distancia su camino. A unos metros del
lugar, encabezan la marcha los inconscientes, los egoístas, los revoltosos. Ahí
van con la cara en alto pero con la mirada perdida. Ahí están. ¡Mírenlos! Son
ellos, los “hijos de su puta madre” que se quedaron sin hijos. Los padres que
perdieron a sus niños cinco años atrás en el incendio de la guardería ABC en
Hermosillo, Sonora.
Es 5 de junio del
2014 y, tras un lustro de la tragedia donde 49 niños perdieran la vida, para el
mundo de la nota informativa, hoy es día de chamba. Son ya las 4 de la tarde y
la marcha está por empezar. Es hora de trabajar.
Bajo el Ángel de
la Independencia, los padres, cuyos hijos fueron arrebatados en el incendio,
sostienen la lona que los acompañará durante la caminata pidiendo justicia. Se
quedan un momento parados antes de iniciar. Entonces sí, llegó el primer
momento estelar de la tarde: Decenas de cámaras encaran a los padres y disparan
una y otra vez. Incompetente aquél que no obtenga esa estampa y orgulloso quien
la tome desde la primera fila de esa multitud.
Hasta el frente
de la caravana, sobresale una bandera de México, debajo de ella camina Abraham
Fraijo, él no está enojado, “viene más que encabronado”, asqueado y cansado de
“un pinshi sistema corrupto que ya no solamente roba dinero, ahora roba vidas”.
Abraham sabe de lo que habla, a él le robaron a Emilia; y a Emilia le quitaron
todo, a ella la dejaron sin nada.

Durante el
trayecto una persona se acerca y da un apretón de manos a Julio César Márquez,
él lo agradece y continúa abrazando a su esposa Estela Báez. Sus ojos lucen
hinchados, y es que cumplir cinco años de perder a “Yeyé”, como llamaban a su
hijo, no debe ser cosa fácil. Estela y Julio todavía lloran, pero no faltará un conductor del
noticiero estelar matutino de Televisa que dude eso. No faltará un Carlos Loret
de Mola que no sólo se genera esa duda, sino que tenga el atrevimiento de
preguntarlo en cadena nacional a Ofelia Vázquez y Germán León, cuyo hijo German
Paul, también les fue despojado. ¡¿“¿Cómo papás todavía lloran?”?! Carlos
Loret, ¿y todavía preguntas?
Ya a su llegada
al Zócalo, Abraham, Julio y Estela se plantan frente al Palacio Nacional.
También se encuentran Patricia Duarte, quien no se saca de la cabeza a su hijo
Andrés, muerto hace cinco años; y Luis Carlos Santos, quien no ha podido ver
una foto de su hijo Carlos Alán desde que falleció tras los hechos en la
guardería.
Minutos después,
se presenta el último amontonadero de cámaras cuando los padres de familia
suben al templete y pasan lista de los 49 niños que ya no están, que ya no son.
Y la lucha de camarógrafos se gesta de nuevo, el que logra pararse hasta
enfrente de todos es el más chingón.
Pues bien, la
nota está hecha. Se han obtenido dos o tres declaraciones, así como una foto en
el ángel, otra en el Palacio y una más en el templete. “Ya no me hallo aquí” Y
uno a uno los reporteros empiezan a desaparecer del lugar. Andrea González por
dar un ejemplo se va tras impacientarse ante los discursos de los padres y no
poder obtener otra entrevista, otra exclusiva.
Los padres que
digan misa si quieren, los reporteros ya se van. Seguramente hay más trabajo
por cubrir. Para cuando concluyó el acto permanecían en el lugar no más de 10
medios de comunicación. Ninguno de ellos Televisa, Azteca, Univisión ni el
sinfín de etcéteras del inicio.
Y así se podrían
dar más y más ejemplos de los responsables. Sí hay respuestas, pero nadie las
escucha. Sí hay justicia, pero sólo en la demagogia de los funcionarios y
políticos; pero para la gente, para los ultrajados, para los destruidos, para
los que llevan cinco años despertando sin sus hijos, para ellos no hay, ellos
no ven la justicia.
De esos ejemplos,
ningún medio grande dijo algo, ¿y cómo lo iban a decir?, si ya se habían
largado, si no les importa decirlo. La prontitud de la nota exige menos, mucho menos que eso.
Por su parte
Enrique Peña Nieto, quien prometió justicia en el caso durante su campaña,
evidentemente no atendió a los llamados hechos durante el evento, pues se
encuentra en Portugal. Allá fue recibido con una alfombra roja, un montón de
robots que le hacían pasillo, entre otras ridiculeces más. Pero eso sí, Peña
Nieto asistió a la tumba del poeta Luis Vaz de Camoes a ofrecer una ofrenda.
¿Qué le ha ofrecido a los 49 niños?
La impunidad. La
impunidad es la burla de la justicia. El sistema, los encargados de “impartir
justicia”, los responsables, todos ellos siguen impunes, burlándose de la
tragedia, limpiándose el culo con el dolor, con la muerte de los demás y
tirándolos a la basura.
PD: Es evidente
que yo soy parte de los reporteros que estaban ahí y que también saqué decenas
de fotos. Sin embargo, me tranquiliza saber que estuve ahí por una razón mucho
más importante que obtener una nota. Sé que me conmueve, indigna y duele lo
sucedido. También sé que hay muchos más reporteros que de igual forma buscan la
información real, y que desde su profesión se solidarizan con la causa, y que
hay otros que siguen órdenes de sus editoriales y no depende tanto de ellos. La
principal crítica es a esos medios que no hacen más que convertir la tragedia
en una nota vacía, y en una oportunidad de mercado. ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué
estamos escuchando? ¿Qué estamos informando?
No hay comentarios:
Publicar un comentario