lunes, 9 de junio de 2014

La nota

Los medios de comunicación a cinco años de la tragedia de la guardería ABC

Por Omar Sánchez

“Hijos de su puta madre” son las  cinco palabras que se dibujan en  los labios de un automovilista que ve una caravana silente caminando por Reforma. Refuerza su oración con una mirada de desprecio, como se ve a quien estorba, a quien vale menos, a quien desvía a un semáforo de distancia su camino. A unos metros del lugar, encabezan la marcha los inconscientes, los egoístas, los revoltosos. Ahí van con la cara en alto pero con la mirada perdida. Ahí están. ¡Mírenlos! Son ellos, los “hijos de su puta madre” que se quedaron sin hijos. Los padres que perdieron a sus niños cinco años atrás en el incendio de la guardería ABC en Hermosillo, Sonora.


Es 5 de junio del 2014 y, tras un lustro de la tragedia donde 49 niños perdieran la vida, para el mundo de la nota informativa, hoy es día de chamba. Son ya las 4 de la tarde y la marcha está por empezar. Es hora de trabajar.

Bajo el Ángel de la Independencia, los padres, cuyos hijos fueron arrebatados en el incendio, sostienen la lona que los acompañará durante la caminata pidiendo justicia. Se quedan un momento parados antes de iniciar. Entonces sí, llegó el primer momento estelar de la tarde: Decenas de cámaras encaran a los padres y disparan una y otra vez. Incompetente aquél que no obtenga esa estampa y orgulloso quien la tome desde la primera fila de esa multitud.

Hasta el frente de la caravana, sobresale una bandera de México, debajo de ella camina Abraham Fraijo, él no está enojado, “viene más que encabronado”, asqueado y cansado de “un pinshi sistema corrupto que ya no solamente roba dinero, ahora roba vidas”. Abraham sabe de lo que habla, a él le robaron a Emilia; y a Emilia le quitaron todo, a ella la dejaron sin nada.

Por su parte, también desfilan Televisa, Tv Azteca, Univisión, Telemundo, Cadena tres, y un sinfín de etcéteras. Todos están ahí. Parada frente a la cámara y dos rebotantes de luz para lucir perfectamente iluminada, se encuentra Andrea González, reportera de Univisión. Con mirada telenovelesca se dirige hacia la cámara y asegura que junto al dolor, la palabra impunidad impera en el caso. Al respecto menciona que “de todos los responsables de esta tragedia sólo uno se encuentra en prisión”. ¿Pero de quiénes habla?, podrían preguntarse algunos. Pues bien, su nota tiene un espacio de tres minutos en el telediario de su medio y para “ahondar en detalles”, no hay tiempo.

Durante el trayecto una persona se acerca y da un apretón de manos a Julio César Márquez, él lo agradece y continúa abrazando a su esposa Estela Báez. Sus ojos lucen hinchados, y es que cumplir cinco años de perder a “Yeyé”, como llamaban a su hijo, no debe ser cosa fácil. Estela y Julio todavía  lloran, pero no faltará un conductor del noticiero estelar matutino de Televisa que dude eso. No faltará un Carlos Loret de Mola que no sólo se genera esa duda, sino que tenga el atrevimiento de preguntarlo en cadena nacional a Ofelia Vázquez y Germán León, cuyo hijo German Paul, también les fue despojado. ¡¿“¿Cómo papás todavía lloran?”?! Carlos Loret, ¿y todavía preguntas?

Ya a su llegada al Zócalo, Abraham, Julio y Estela se plantan frente al Palacio Nacional. También se encuentran Patricia Duarte, quien no se saca de la cabeza a su hijo Andrés, muerto hace cinco años; y Luis Carlos Santos, quien no ha podido ver una foto de su hijo Carlos Alán desde que falleció tras los hechos en la guardería.

Frente a ellos se arremolinan las decenas de cámaras como si se tratara de unos rockstars. Un joven distraído pasa grabando con su celular y se interpone entre el lente de los reporteros y los padres dolidos. De inmediato la mirada de desprecio por ese joven de parte de los camarógrafos es muy similar a la del automovilista ante la marcha. “¡Heeey, Heeey!” se escucha en coro, para hacerle saber al joven que estorbaba. Dos de los camarógrafos se indignan con la mirada y mueven la cabeza. ¿Y cómo no?, si ellos llegaron primero y la competencia por la mejor foto está fuerte. Esto es chamba, esto es ego, “hay que ser profesionales”.

Minutos después, se presenta el último amontonadero de cámaras cuando los padres de familia suben al templete y pasan lista de los 49 niños que ya no están, que ya no son. Y la lucha de camarógrafos se gesta de nuevo, el que logra pararse hasta enfrente de todos es el más chingón.

Pues bien, la nota está hecha. Se han obtenido dos o tres declaraciones, así como una foto en el ángel, otra en el Palacio y una más en el templete. “Ya no me hallo aquí” Y uno a uno los reporteros empiezan a desaparecer del lugar. Andrea González por dar un ejemplo se va tras impacientarse ante los discursos de los padres y no poder obtener otra entrevista, otra exclusiva.

Los padres que digan misa si quieren, los reporteros ya se van. Seguramente hay más trabajo por cubrir. Para cuando concluyó el acto permanecían en el lugar no más de 10 medios de comunicación. Ninguno de ellos Televisa, Azteca, Univisión ni el sinfín de etcéteras del inicio.

Más tarde, las notas transmitidas no duran más de tres minutos. ¿Qué dicen? No dicen nada. De la subrogación de las guarderías nadie habla, ni del parentesco que los ex socios y dueños de la estancia infantil tenían con Margarita Zavala, ni que el entonces alcalde de Hermosillo Ernesto Gándara es actualmente Senador de la República y un gran prospecto para la gubernatura de Sonora en las próximas elecciones; ni que Claudia Pavlovich quien fungía como diputada local en 2009 también es actualmente Senadora y que en su momento envío una carta al Juez que llevaba el caso, donde recomendaba como ciudadanos ejemplares a los dueños de la guardería; tampoco se habla de que el ex procurador estatal Abel Murrieta Gutiérrez es ahora diputado local de Sonora; ni que funcionarios del IMSS engañaron a padres de familia de niños lesionados para que no fueran al extranjero a recibir ayuda y así los daños quedaran “controlados”; ni que los menores ingresados a la Clínica de Occidente sufrieron agonías por los malos manejos; ni que Marcelo Castillero ex director de tal clínica, actualmente es delegado del IMSS en Jalisco; ni que Eduardo Medina Mora, ex Procurador General de la República aseguró que la muerte de 49 niños y lesiones de más de 70 no constituía un delito grave, hoy por cierto, Eduardo Medina es embajador en EUA.

Y así se podrían dar más y más ejemplos de los responsables. Sí hay respuestas, pero nadie las escucha. Sí hay justicia, pero sólo en la demagogia de los funcionarios y políticos; pero para la gente, para los ultrajados, para los destruidos, para los que llevan cinco años despertando sin sus hijos, para ellos no hay, ellos no ven la justicia.

De esos ejemplos, ningún medio grande dijo algo, ¿y cómo lo iban a decir?, si ya se habían largado, si no les importa decirlo. La prontitud de la nota exige menos, mucho menos que eso.

Por su parte Enrique Peña Nieto, quien prometió justicia en el caso durante su campaña, evidentemente no atendió a los llamados hechos durante el evento, pues se encuentra en Portugal. Allá fue recibido con una alfombra roja, un montón de robots que le hacían pasillo, entre otras ridiculeces más. Pero eso sí, Peña Nieto asistió a la tumba del poeta Luis Vaz de Camoes a ofrecer una ofrenda. ¿Qué le ha ofrecido a los 49 niños?

La impunidad. La impunidad es la burla de la justicia. El sistema, los encargados de “impartir justicia”, los responsables, todos ellos siguen impunes, burlándose de la tragedia, limpiándose el culo con el dolor, con la muerte de los demás y tirándolos a la basura.


PD: Es evidente que yo soy parte de los reporteros que estaban ahí y que también saqué decenas de fotos. Sin embargo, me tranquiliza saber que estuve ahí por una razón mucho más importante que obtener una nota. Sé que me conmueve, indigna y duele lo sucedido. También sé que hay muchos más reporteros que de igual forma buscan la información real, y que desde su profesión se solidarizan con la causa, y que hay otros que siguen órdenes de sus editoriales y no depende tanto de ellos. La principal crítica es a esos medios que no hacen más que convertir la tragedia en una nota vacía, y en una oportunidad de mercado. ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué estamos escuchando? ¿Qué estamos informando?











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