(NOTA)
México, D.F. Cuatro años después del
incendio de la guardería ABC los 49 niños y niñas que fallecieron en
Hermosillo, Sonora se hicieron presentes en la capital del país para recordarle
a todo México que del cinco de junio de 2009 a la fecha ninguno de los
principales responsables de la tragedia ha pisado la cárcel.
Se hicieron presentes por
medio de sus rostros. Grandes retratos de casi dos metros, uno por cada uno de
los y las víctimas del incendio, recorrieron el Paseo de la Reforma cargados
por artistas, escritores y activistas. A la cabeza del cortejo fúnebre iba
Abraham Fraijo, padre de Emilia, con una bandera blanca. Detrás de los rostros
de los niños marchaba el contingente ciudadano con 49 banderas rosas y azules.
Minutos antes de partir, las
fotografías rodeaban la parte frontal de la glorieta del Ángel de la
Independencia, mirando a los automovilistas. Al pie de la columna, Abraham
Fraijo habló claramente desde el inicio de su mensaje. “¿Qué ha pasado a cuatro
años? No ha pasado nada, las autoridades siguen protegiendo a los culpables, a
asesinos de niños porque tienen apellidos poderosos y los contactos correctos.
En México se puede matar a 49 niños y no sucede nada”.
Pero Abraham Fraijo se
equivoca. En México sí sucede algo cuando la negligencia de las autoridades
provoca la muerte de 49 niños. Juan Molinar Horcasitas, ex director del
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que renovó el contrato de la
guardería ABC es hoy vocero del Partido Acción Nacional (PAN). Ernesto Gándara
quien era alcalde de Hermosillo al momento de la tragedia es hoy Senador de la
República y se perfila como candidato a gobernador del estado.
Los principales responsables
de la muerte de 49 niños y las lesiones de más de 70 no sólo no han pisado la
cárcel, hoy tienen mejores puestos y en el peor de los casos viven lejos de los
reflectores pero aún en la impunidad. Eso es lo que pasa en México después de
la muerte de 49 pequeños.
“Se les ve paseando por la
ciudad, ahí están”. Así describió Abraham Fraijo en entrevista la situación
actual de los dueños de la guardería. “Imagínate el coraje de ir al súper y
toparte con uno de esos cabrones”.
Es en este contexto que
Manos Unidas por Nuestros Niños, una de las organizaciones formadas por padres
y madres de las víctimas del cinco de junio, llevó a la Procuraduría General de
la República (PGR) pruebas para que se abriera una nueva línea de investigación
que apunta a que el incendio de la bodega de la secretaría de Hacienda del
estado de Sonora que se extendió a la guardería fue provocado.
“Esperemos que no sea una
cortina de humo, que esta vez sí sea verdad y que no sea como lo que hizo la
Procuraduría de Sonora, la PGR, la Suprema Corte de Justicia y así podemos
seguir”. Así fue como el padre de Emilia Fraijo Navarro respondió ante los
cuestionamientos sobre la nueva línea de investigación. El propio Abraham
confirmó en entrevista información sobre la cercanía del responsable de
provocar el incendio y los socios de la guardería.
Corroboró que, como se lee
en algunos foros de internet, la persona acusada de dar la orden de incendiar
la papelería oficial de la bodega, Juan Carlos Félix Lam, es amigo cercano de
los dueños de la estancia. “Al parecer sí, todos ellos se conocen en
Hermosillo”. Lo anterior resulta grave, por decir lo menos pues abre la
posibilidad de que uno de los dueños de la guardería supiera del incendio que
se iba a provocar en la bodega que colindaba con la estancia infantil que él
mismo operaba y, sin embargo, nunca actuara en consecuencia.
Provocado o no, lo cierto es
que el incendio quizá no hubiera cobrado vidas si las condiciones del inmueble
hubieran sido dignas, si el personal hubiera sido suficiente y hubiera estado
capacitado. Por eso la mayoría de las pancartas mostradas durante la marcha
aludían a Molinar Horcasitas, director del IMSS de 2006 a 2009. “Molinar, Bours
y demás infanticidas, deben pagar por esto tarde o temprano” decía una de las
cartulinas.
Esas fueron las únicas
consignas durante la marcha, las que se leían en las pancartas. Porque, de hecho,
no se trató de una marcha, ni una manifestación, ni una protesta. Lo de ayer
fue un cortejo fúnebre como insistía Epigmenio Ibarra al pedir silencio a
reporteros y asistentes. Sólo un par de tambores que marcaban el paso y los
zapatos contra el pavimento rompían el silencio.
Así transcurrió buena parte
de la tarde. Con una actitud solemne, a la memoria de Emilia que avanzó por
Reforma con una gran sonrisa, o de Dafne Yesenia que con su disfraz de hada
miraba a los peatones que, por un momento, le quitaron la atención a los stands
de la Feria de las Culturas Amigas. Otros accedieron a la petición de unos
jóvenes vestidos de blanco, estudiantes de teatro. “¿Le puedo contar una
historia?” decían y las personas, un poco confundidas al principio aceptaban, se
colocaban un tubo de cartón en un oído y el joven desde el otro extremo le
contaba al oído dos historias: primero una anécdota suya de su niñez, luego la
historia de uno de los pequeños que fallecieron. “Es para que los niños dejen
de ser cifras, para que la gente se identifique y sienta más cercana la
tragedia” aclaró uno de los contadores de historias.
Cerca de las siete y cuarto
de la tarde, los niños ya habían llegado a la Plaza de la Constitución, la
habían rodeado y miraban de cara a Palacio Nacional. Y se rompió el silencio,
como si Felipe Calderón fuera salir en
cualquier momento al balcón, los asistentes comenzaron a gritar ¡ABC NUNCA MÁS!
¡ABC NUNCA MÁS!
Después de algunos minutos
los enormes retratos terminaron de dar la vuelta al Zócalo, pasaron frente a la
catedral y se dirigieron al centro de la plaza. Allí serían depositados
respetuosamente a los pies del asta bandera que ese día ondeó a media asta.
“Son como ataúdes, tengámosles respeto” exigía Epigmenio Ibarra a los
fotógrafos que se acercaban a los rostros de los niños como si no conocieran el
zoom o el telefoto.
Después de un largo
trayecto, los niños por fin descansaron. Se les rindió homenaje al hacer el
pase de lista que como cada cinco de cada mes desde hace cuatro años los padres
efectúan en varias partes del país. Cada uno de los nombres fue gritado por
Daniel Gershenson, activista, con ayuda de un altavoz para que los presentes
respondieran ¡NO DEBIÓ MORIR! “Andrés Alonso García Duarte: ¡NO DEBIÓ MORIR!
Camila Fuentes Cervera: ¡NO DEBIÓ MORIR! Daniel Alberto Gayzueta Cabanillas:
¡NO DEBIÓ MORIR! Emily Guadalupe Ceballos Badilla: ¡NO DEBIÓ MORIR! No debieron
morir y, sin embargo, murieron. Por eso salieron como cada año a las calles de
Hermosillo, del Distrito Federal y otras partes del país a decirle a la gente
que a cuatro años los responsables de su muerte siguen impunes.
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